21 abril 2011

Todo lo que pueda arreglar hoy, lo dejare para mañana (y asi me va)

Muy en el fondo debo querer ser científico, pero sucede que no me gustan los guardapolvos y a los científicos no les va muy bien con las mujeres, entonces yo observo, investigo y escribo por mi cuenta. Aunque a veces me toque ser la rata de mi propio laboratorio.
Ocupado en esta irrelevante tarea es como fui dándome cuenta de lo siguiente…
De la infinita baraja de acciones posibles, he podido comprobar, no sin pesar, que postergar es de los peores caminos que se pueden elegir.
Postergar es, según el diccionario, "hacer sufrir atraso, tener en menos”.
Con el tiempo fui descubriendo cómo funciona la postergación y su impacto en las personas.
Un día cualquiera, un señor comienza a notar que algo desconocido gira por dentro de el; ese algo lo recorre entero y va tomando forma y nombre. Un sentimiento se le centrifuga por todo el cuerpo, un sentimiento le mueve todas las tripas. Así, hasta que es identificado, escuchado y reconocido por el señor dueño de las tripas (y del sentimiento).
Todo se da de lo más natural hasta ese momento, “¿Qué me pasa? Ah me doy cuenta que quiero…”
Allí es donde aparece la postergación; esa enemiga de la verdad, cómplice de las formas y las normas.
Entonces como le voy a decir que no la quiero justo ahora que preparo estas milanesas que además están tan ricas, y además su familia que es tan buena, y además hoy es domingo, sus manos son tan suaves, y además hace tanto que nos conocemos, y además…
La cantidad de argumentos para justificar la postergación son innumerables.
Muchas personas han ido encontrando explicaciones tan lógicas y aplaudidas por la gente, que se han llegado a olvidar de lo que están dejando de lado; y así van construyendo sus vidas, siempre ordenadas, saliendo a la calle con la cordura planchadita, los sueños bien peinados con gomina, siempre atinados y cordiales, tan puntuales a la misa de las 10 y a los ravioles del domingo.
También los hay quienes renuncian (postergar es renunciar) escudados en los genes, en no tengo plata, en que no estoy tan seguro, no es tan así, en mejor esperamos un poco, mira si mañana me arrepiento, y bueno ya esta quizás en la próxima vida…
Y eso es justamente lo trágico de postergar, es olvidarse y renunciar a vivir porque no sea cosa que, es suicidar la verdad, es menospreciar lossueños-laespontaneidad-eldesorden-loserrores… perderse esperando... esperar a un velorio para llorar, a que sean las 5 para tomar el té, a recibirse para casarse, esperar el momento oportuno y perfecto para decirle que….
Y de tantas postergaciones se termina tan enredado que ya ni se sabe quien se es, que se deja ni porque, que es verdad y que no… Si hasta sospecho que yo estoy ocupándome de esto, escribiendo, solo para no ir hasta su casa a decirle que yo… mejor hoy no, porque ella ya..., y además es domingo, y además…

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