04 abril 2011

Miradas superticiosas

Una mujer asiste periódicamente al registro civil de la ciudad. Llega temprano,  viste algo desalineada, lleva siempre anteojos negros  y un bolso en su mano.
Cuando el registro abre,  entra al lugar por la puerta del costado, en donde se celebran las uniones civiles. Se dirige al bar, ubicado al final del hall central. Se sienta siempre en la misma mesa, y pide invariablemente una lágrima y una medialuna salada.
Hojea desganadamente una novela (siempre de amor) que saca de su bolso, y espera…
Cuando llega la hora esperada, paga, se levanta y avanza por el hall. Desde una distancia, que la experiencia la ha permitido juzgar como optima, se para y mira…
Ve llegar a la jueza, siempre tan seria. La mujer ya le conoce todos sus movimientos y formas. Por tanto sabe que hoy la jueza viste de negro, entonces se tratara de una ceremonia corta y formal.
Poco a poco comienzan a llegar los familiares e invitados al evento, la mujer mira detenidamente a cada uno de los asistentes. Casi siempre llegan primeros los del futuro marido. La mujer dice que cuando esta regla se rompe y primero irrumpe en el lugar la parentela de la novia, se trata de un casamiento de apuro.
Al cabo de unos minutos acabaran de decir presentes todos los invitados y familiares de ambos bandos. Solo en este momento la mujer parece inquieta y mueve sus manos algo nerviosas.
Luego avanza unos pasos, y como si su mirada estuviera congelando todo lo que ve, contempla detalladamente la situación. Observa la actitud de las familias (ella dice que ver a las tías viejas siempre le da buena información), ve la postura de los testigos y hasta los movimientos de los niños aburridos o inquietos.  Pero de todo lo que está mirando, se centra en el encuentro de los futuros esposos. El tiempo se detiene y ella los mira. Ve sus manos, sus bocas, sus formas y la manera de mirarse.Eso, sobre todo se fija en sus ojos.
Después de ese largo instante, baja su mirada, da media vuelta y vuelve al bar. Sentada en la misma mesa, pide otra lagrima (en algunas ocasiones, ha pedido whisky). Saca un papel y anota algo.
Entonces comenta, con  voz clara y fuerte, con todos los presentes en el bar, lo que ha presenciado y presentido.
Hace un relato, no muy detallado, de cómo es la pareja, y seguidamente emite una sentencia en la que pronostica el futuro del reciente matrimonio, que a esa altura está recibiendo abrazos y arroz.
“No se quieren, solo se llevan bien. Pueden estar juntos toda la vida… pero de una manera miserable”. “Esos dos no llegan ni al año” Dicen que son algunas de las frases que se la ha escuchado decir.
En el bar comienzan los murmullos y los comentarios por lo bajo.
De ella se dicen muchas cosas, dicen que la dejaron plantada en el altar, o que se ha casado 15 veces y que presencia casamientos para convencerse de que no es la única que se ha equivocado.
Pero eso son solo rumores.
Algunos dicen que busca a un amor de la infancia y que nunca pudo superar la tristeza de no saber más de él. Otros menos rebuscados, simplemente la tildan de loca.
En el lugar también  circulan versiones de que la mujer tiene ciertos poderes para augurar el destino de los amantes, y que nunca falla en sus pronósticos, que puede indicar con solo mirar los ojos el futuro amoroso de la gente; que detecta infidelidades y pronostica divorcios; también que se le pasa mirando y buscando en los ojos de alguien  el amor verdadero.
Pero eso son solo rumores.
La mujer luego de sus vaticinios y su segunda lagrima, se levanta, saluda amablemente a los empleados del bar, y se va. Mañana a la misma hora la verán volver.
El cajero y el ayudante de cocina, comentan que escucharon que la mujer vive sola con 10 gatos y solo sale de su casa para ir al registro. En cambio un mozo dice haberla visto en las noches deambular por los cabarets pronosticando amoríos. Dicen también, que el encargado evita mirarla a los ojos, por temor a que lo pesquen en alguna aventura.
Pero, lógicamente, estos son solo rumores.
De todos los que la escuchan a diario, solo Silvia, una joven moza del bar, parece prestarle atención dedicadamente, y hasta se ha dado cuenta que cree realmente en los poderes adivinatorios de la mujer. Siempre se va del trabajo pensando en ella.
Parece que Silvia la ha tomado tan en serio, que ayer le llevo a la mujer una foto mía.
Dicen que le pregunto  sin vueltas, si nuestra relación iría bien, si nos casaríamos o si yo la amaba. Cuentan que la mujer, miro la foto y dijo brevemente: “este muchacho no sabe querer, solo quiere escribir historias de amor”
Yo no creo que eso haya pasado, y quizás sean solo rumores.
Esta mañana, sin explicarme porque, Silvia me dejo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario